La temática elegida para el XXIII Coloquio Internacional del Centro de Historia del Crimen de Durango se centra en los Menores y criminalidad a través de la Historia: entre víctimas y delincuentes.
La victimización de la infancia y adolescencia, entendida como la exposición de menores a situaciones de daño físico, psicológico, emocional o explotación, ha sido una constante histórica. A pesar de ello, la conceptualización y la respuesta social frente a estas realidades han experimentado una significativa evolución. La emergencia del constructo de “infancia” como un estadio vital diferenciado, merecedor de protección y derechos específicos, es un desarrollo relativamente contemporáneo. Con anterioridad, la visión predominante consideraba a los niños como “mini-adultos” o meras propiedades familiares, lo que contribuía a su considerable vulnerabilidad.
El infanticidio y el abandono, como formas extremas de victimización, revelan las duras realidades demográficas y socio-económicas de épocas pasadas. Entre sus motivaciones se pueden argüir la pobreza, la ilegitimidad o una selección eugenésica implícita.
La esclavitud infantil ha sido una constante en las sociedades esclavistas, donde los menores eran considerados una propiedad y mano de obra barata que era empleada en todo tipo de tareas, desde las más duras en minas, hasta en el servicio doméstico. Eran especialmente vulnerables a padecer todo tipo de violencias y explotación sin límites, pues carecían de los derechos más básicos, como se evidencia en los ejemplos del Imperio Romano o la trata transatlántica de los siglos XVI al XIX.
Otro ámbito de victimización sería el de la explotación laboral infantil que alcanzaría su cénit con la Revolución industrial de los siglos XVIII-XIX. A partir de ese momento la tradicional participación de los menores en las tareas familiares se transformaría en trabajo asalariado y deshumanizante en fábricas (factory children). Hoy en día sigue siendo un problema especialmente grave en el Sur Global.
El abuso y explotación sexual infantil ha sido una constante en la historia y es una lacra que aún hoy en día sigue operando. La pederastia no siempre ha tenido una connotación negativa, como en la antigua Grecia, donde era una práctica socialmente aceptada en ciertos contextos. La prostitución infantil era una realidad en las grandes urbes e impulsada por la pobreza, como denunciaron en el Londres del siglo XIX autores como Charles Dickens o Henry Mayhew.
El mundo de la guerra victimiza a los menores desde una doble perspectiva. Primero, como población civil indefensa que pierde a sus familiares, que sufre lesiones, violencias sexuales o debe extrañarse, como en el conocido caso de los niños republicanos del exilio durante la guerra civil española del 36. Y segundo, al ser convertidos en niños soldados, una práctica que se remite a la noche de los tiempos: en la Antigüedad, Edad Media y Moderna los niños participaban en los conflictos bélicos como mensajeros, escuderos, tamborileros…; los niños cristianos capturados por los otomanos eran entrenados desde pequeños para formar unidades de élite, los jenízaros; los “niños kamikaze” en el Japón de la II Guerra Mundial; y en la actualidad son secuestrados y obligados a convertirse en soldados en conflictos como los del Congo, Sudán del Sur, Somalia, Nigeria o Afganistán.
El robo de niños recién nacidos es un fenómeno que ha tenido por protagonistas a dictaduras como la argentina, chilena o española en el siglo XX. El objetivo era reprimir la disidencia y borrar la identidad de las futuras generaciones, evitando que crecieran con la ideología de los padres desafectos al régimen. No fue una práctica aislada, sino institucionalizada por el propio aparato estatal con la colaboración del personal médico, jueces y miembros de la Iglesia, que está tipificada como crimen de lesa humanidad. A esos niños se les falsificaban los documentos de nacimiento y se inscribían como propios de las familias adoptivas, a menudo relacionadas o simpatizantes del régimen.
Hasta que a comienzos de los años sesenta del siglo XX Hery Kempe acuñara el concepto de “síndrome del niño maltratado”, la violencia física y psicológica no se reconoció como un problema social y un delito, pues hasta entonces la disciplina severa era socialmente aceptada e, incluso, alentada como método pedagógico, tanto en el hogar por el padre de familia como por el maestro en la escuela o en el aprendizaje de un oficio gremial. En la Edad Media y Moderna se escribieron multitud de tratados sobre la educación de los hijos en los que se incidía en la necesaria disciplina correctora de los padres para crear ciudadanos conformes con las normas morales y sociales del momento.
Los menores además de víctimas también pueden ser victimarios. La delincuencia juvenil y, consecuentemente, la forma en que las sociedades han abordado a los menores infractores, ha experimentado cambios drásticos a lo largo de la historia. No siempre hubo una distinción clara entre la responsabilidad penal de un adulto y la de un menor o su inimputabilidad. La evolución de este concepto refleja transformaciones profundas en nuestra comprensión de la infancia, la madurez, la responsabilidad individual y los objetivos del sistema de justicia. En el derecho romano, germánico o feudal los menores eran considerados responsables de sus acciones como los adultos (“mini-adultos”), pero el grado se podía matizar en función de una serie de variables, como la edad o la intencionalidad. Con la Ilustración y los primeros movimientos filantrópicos se difundió la idea de que los menores delincuentes no debían ser tratados como adultos criminales, sino como individuos a los que corregir y educar. Con la Revolución industrial la delincuencia urbana juvenil tuvo un crecimiento descontrolado, con un aumento significativo de delitos contra la propiedad. En esta dinámica delictiva se pueden mencionar a los pícaros, mendigos, huérfanos abandonados… cuyos tipos humanos han sido magistralmente retratados en personajes como el Lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo, Guzmán de Alfarache, Oliver Twist o Artful Dodger. Con el Estado liberal surgiría una justicia con un enfoque rehabilitador. Y ya, en el siglo XX, con la postguerra y la sociedad del bienestar la delincuencia juvenil en los países occidentales se encuentra a menudo asociada a subculturas o bandas juveniles.
Por último, hay que pasar revista a los mecanismos de asistencia, control social y corrección para menores víctimas y delincuentes. Estos mecanismos surgieron en paralelo a los punitivos y se centraron en la modificación de la conducta a través del disciplinamiento, el internamiento y la reeducación. Durante la Edad Media y Moderna surgieron los primeros hospicios y casas de misericordia, con fines inicialmente caritativos, pues proporcionaban asistencia a huérfanos y niños abandonados, pero después se convirtieron en herramientas de control social para la infancia descarriada, ociosa, vagabunda o empobrecida a la que “regenerar” a través de una disciplina severa y un trabajo forzado y duro. Algunos ejemplos son: el Hospital de los Inocentes de Florencia fundado en 1419 y diseñado por el gran arquitecto Brunelleschi; las Bridewell Houses o casas de corrección en Inglaterra a partir de 1553 en Londres; la Real Casa de la Inclusa de Madrid fundada en 1572; el Hospicio General de Madrid del siglo XVIII; la Foundling Hospital de Londres, que en el siglo XIX se centró en la crianza y la formación de un oficio para poder reintegrarlos en la sociedad; los reformatorios surgidos en el siglo XIX, como encierros diferenciados de las prisiones de adultos, pero con un régimen disciplinario duro, trabajo, instrucción y un fuerte componente religioso; o la Casa cuna de Fraisoro en Cizúrquil, impulsada por la Diputación gipuzkoana en 1903 para atender el elevado abandono infantil de la época.
Dña. Paule SANCHEZ ARIETA-ARAUNABEÑA (Presidenta de Astarloa Kulturgintza y del Museo de Arte e Historia de Durango)
D. Iñaki BAZÁN (Director del Centro de Historia del Crimen de Durango)
D. Enrique ÁLVAREZ CORA (Universidad de Murcia)
Dña. María José PÉREZ ÁLVAREZ (Universidad de León)
Dña. Cynthia RODRÍGUEZ BLANCO (EUM Fray Luis de León y Universidad de Valladolid)
Dña. Onintze DOMÍNGUEZ RODRÍGUEZ (UNED)
Dña. Tamara GONZÁLEZ LÓPEZ (Universidad A Coruña)
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Preside las sesiones de la mañana Dña. Janire CASTRILLO (Universidad del País Vasco)
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D. Diego TORRICO DÍAZ-MECO (Doctor en Historia por la Universidad del País Vasco)
D. José TÉBAR GÓMEZ (Universidad de Valencia)
D. Francisco José ALFARO PÉREZ, D. Juan María GONZÁLEZ DE LA ROSA (Universidad de Zaragoza - UNED)
D. Juan María GONZÁLEZ DE LA ROSA (UNED)
Dña. Nuria LON ROCA (Universidad de Zaragoza)
Dña. Amaia NAUSIA PIMOULIER (Universidad Pública de Navarra)
D. Mikel LARRINAGA ORTIZ (Universidad del País Vasco)
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Preside las sesiones de la tarde D. Tomás A. MANTECÓN (Universidad de Cantabria)
D. José Antolín NIETO SÁNCHEZ (Universidad Autónoma de Madrid)
D. Francisco Javier DÍEZ MORRÁS (Universidad de Burgos)
Dña. M. Cristina FERRER GONZÁLEZ (Investigadora independiente)
Dña. Gloria ROMÁN RUIZ (Universidad de Almería)
Dña. Tamara LÓPEZ FERNÁNDEZ, Dña. Ana CABANA IGLESIA (Universidad de Santiago de Compostela)
Dña. Marina SEGOVIA VARA (Profesora de Educación Secundaria)
D. Sergio CÁMARA ARROYO (UNED)
D. Iñaki Bazán (Director del Centro de Historia del Crimen de Durango)
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Preside las sesiones de la mañana D. Pedro OLIVER OLMO (Universidad de Castilla-La Mancha)
Museo de Arte e Historia de Durango (Palacio Etxezarreta)
D. Iñaki Bazán (Universidad del País Vasco)
Dña. Janire Castrillo (Universidad del País Vasco)
D. Tomás A. Mantecón (Universidad de Cantabria)
D. Pedro Oliver Olmo (Universidad de Castilla-La Mancha)
Dña. Garazi Arrizabalaga (Museo de Arte e Historia de Durango)
Entre los comunicantes menores de 35 años se concederá la tercera edición del premio a la mejor comunicación de los Coloquios Internacionales del Centro de Historia del Crimen de Durango.
La asistencia a las sesiones del Coloquio será libre y gratuita para todas aquellas personas que deseen asistir a las mismas en calidad de oyentes, ya sean alumnado universitario de grado o postgrado o simples interesados en la temática, jubilados, etc. Quienes deseen un certificado de asistencia deberán inscribirse en la dirección museo@durango.eus y asistir a todas las sesiones del Coloquio.
Las sesiones del coloquio serán presenciales y también se emitirán por streaming para aquellas personas que tengan problemas para acercarse físicamente a la sede del coloquio. Quienes se encuentren en esa situación deberán solicitar el enlace a la siguiente dirección electrónica: museo@durango.eus
* El Centro de Historia del Crimen de Durango es un centro para la investigación, documentación y difusión de la Historia del Crimen on-line y abierto a toda la comunidad científica internacional.
Para los investigadores el Centro de Historia del Crimen de Durango supone herramienta de trabajo de fácil acceso para estudiar la criminalidad, la desviación, el sistema penal, las formas de orden público, la tipología del delito, los delincuentes, las víctimas, etc., y todo ello en clave histórica. Se incidirá especialmente en la cronología medieval (siglos V-XV) y subsidiariamente en la moderna (siglos XVI-XIX).
* * Este congreso forma parte de las actividades del proyecto de investigación BARMER. Del barco al mercado. Actividad económica, relaciones sociales y conflictos armados en las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica bajomedieval (PID2020- 118105GBI00).
* * * Imagen de cabecera:
Bartolomé Esteban Murillo. El joven mendigo (1645-1650). © Musée du Louvre, Dist. GrandPalaisRmn / Angèle Dequier.