21 de SEPTIEMBRE - 12 de NOVIEMBRE de 2023
Jaime Vicario Setién
Durango, 1958-2019
Jaime Vicario es un artista muy conocido y querido en su pueblo. De formación autodidacta, ha trabajado técnicas como el dibujo, la plumilla, el óleo, las acuarelas o incluso la escultura. Empezó a exponer en los 80, tanto de manera individual como colectiva, sobre todo en Durango y su entorno. Ha participado en varios certámenes de pintura y ha colaborado como dibujante en diversas revistas. Ha sido durante muchos años profesor de pintura en Durango. En los últimos años, su obra ha esto expuesta de manera permanente en la tienda Atxilea de Durango.
Jaime Vicario, el pintor de la alegría de vivir
Existen dos criterios para juzgar el arte: los métodos teóricos y el método personal. Los primeros se basan en el análisis de las características formales de las obras así como en la observación del impacto estético e ideológico que causan en la sociedad. El segundo método consiste en reparar en el conjunto de sensaciones que siembran en una misma. Así pues, mi reflexión sobre el trabajo de Jaime Vicario tiene su origen en mi admiración y mi amistad, ya que mis conocimientos de arte son bien escasos.
Creo que sus pinturas son una constante celebración de la vida. Se nota en su modo de contemplar la naturaleza. El diálogo que entabla con esta —bien a voz en grito, bien entre susurros— es un eco de su carácter, el testimonio de un hombre alegre, generoso y vitalista. Y esa es, precisamente, su herencia más duradera.
El énfasis del color reivindica una y otra vez el placer que despierta en él aquello que le rodea. Y apostaría que en su luminosa paleta estalla también un íntimo sentimiento de gratitud.
Jaime adoraba pintar al aire libre y al hacerlo comunicaba la relación que tenía con la naturaleza y la marca emocional que la naturaleza dejaba en él, fuera esta brumosa o soleada.
Si bien los principales temas que trabaja son paisajes y personas cotidianos, diría que en los cuadros de Jaime late también cierta dosis metafísica. Aunque no sea esa su intención. De tal manera, el mar, con sus frunces y destellos, se convierte en metáfora de la vida. Los brotes en una rama, en símbolos de esperanza. La montaña, en síntesis del universo entero. El horizonte encarna la libertad inalcanzable. Y los árboles bajo la nevada podrían ser una melancólica alegoría de la resistencia.
Su mano habilísima consigue plasmar no solo lo que y cómo lo ve sino abrir un surco en nuestra forma de percibir. Y así, nuestras miradas se complementan porque el lienzo funciona como punto de encuentro de nuestras experiencias aisladas.
En otras ocasiones le encontramos alterando el pensamiento racional, proponiendo una lectura distinta. Introduce chispas mágicas de surrealismo, por ejemplo, cuando cuelga paisajes en el aire que flotan interpelándose entre sí. Actúa con una finura total al crear esos juegos visuales que integran mar y cielo hasta el punto de conseguir una atmósfera onírica.,
Otro de sus ejes de trabajo es el cuerpo, los rostros, los gestos y las posturas. A veces, con precisión fotográfica, buscando fidelidad; otras veces, por medio de pinceladas más libres. Pintar cuerpos exige investigar el potencial que encierra una entidad física y eso multiplica las sugerencias de expresión.
Sin olvidar el autorretrato. ¿Por qué ese ejercicio de pintarse a sí mismo? Para conocerse más. El artista sabe que si toma su persona como objeto artístico deberá hacer un esfuerzo de introspección honesto, que necesitará poner en contraste el espejo interior y el espejo exterior para conseguir una imagen ajustada de su persona, y que no descansará hasta que el tono, la composición, las sombras y el tipo de línea contengan una porción de verdad.
Serenidad. Belleza. Dinamismo. Identidad. Alegría de vivir.
Algunas de las gotas que derramó la pintura de Jaime mientras subía la marea.
Julio de 2023