03 de SEPTIEMBRE - 03 de OCTUBRE de 2021
Marcos Rico y Edurne Naberan, estudiantes del Máster de Pintura de la UPV.
La exposición titulada ¿Qué quieres de mí? Soy sólo una rana azul recoge las últimas obras de los artistas, en concreto, el trabajo fin de máster del curso 2020-2021.
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MARCOS RICO
<3
Abro los ojos. Se viste y se va. Mi corazón palpita. Vacío. La ropa está tirada en el suelo. Hay birras. Giro la cabeza y veo mis pinturas colgadas en la pared. Había un chico, me gustaba. Me miraba. ¿Acabamos juntos? Si, se acaba de ir. Dejó un papel con una sonrisa y un número. Los rayos de sol que entran por la ventana iluminan mis pinturas, el azul se convierte en verde y el rojo en naranja. Las sombras que provocan acentúan su doblez, están incómodas. Estábamos incómodos en el sofá.
Me levanto. Me tumbo. Veo una mosca pasar por delante de mí, imagino que es mi pincel, de un lado a otro, sin sentido. Sin pensar. Ojo mano, mano ojo, la mano más rápida que el ojo. ¿Gris pasivo o gris activo? La envoltura del cuerpo que intento desenvolver. Vuelve la sensación de vacío, que me provoca deseo. Se viste y se va.
Me levanto. Son las 19:00. Lo remuevo todo, de un lado y hacia el otro. El caos y la catástrofe. Viene y va. Me ayuda, me hace generar un orden. A veces busco algo concreto y otras veces todo lo contrario. Un beso. Estampo una placa de metal en pintura. Me arrepiento. Quito parte de ella. Hacia delante y hacia atrás. Ese proceso de incertidumbres creativas y de diálogos son la base de nuestra relación. Cada paso se convierte en algo que antes no era en virtud de aquello que le pasa. Ya no me gusta que se vayan así. ¿Le escribo?
Se viste y se va. Vuelvo al sofá. Entiendo el mundo como circunstancia. No necesito pancartas ni banderas. Mi protesta es silenciosa. Mi hacer es mi deseo y mi problema.
¿
Me quiere
o
no
me qiere
?
EDURNE NABERAN
SEME
Le llamamos “seme” al primer lienzo que pintamos juntos. “Hijo” mejor dicho, para que lo entendamos los dos. Me sentí valiente al principio, cuando aún no era más que una tela vacía. Eso me ocurre a menudo, porque empezar es lo que me cuesta menos. Un color nuevo, una forma que observo a mi alrededor, trazar algo con una fina barra de óleo o simplemente aprovechar los restos de pintura que para mañana no podré usar pueden ser excusas para comenzar a pintar.
Luego vienen los enredos. El caos y la catástrofe.
Siento constantemente la necesidad de transformar y organizar mi pintura, paso gran parte del tiempo del proceso tapando. Tapo esto, luego lo otro. En esos momentos mi cabeza cree que tendrá que tomar menos decisiones. La mano está más suelta, sin miedo, saltando como una rana. Pero como siempre, en esos momentos también hay miles de decisiones que tomar.
Hasta donde, como, qué, con qué...
Con mucha materia, con pincel sintético, hasta dejar limpia la parte sucia...
Pero tampoco demasiado limpia.
Miro a menudo la relación entre ojo y mano. Quién dirige a quién. Me di cuenta, mientras pintábamos “hijo”, que cuando mi mano trabajaba tu ojo se activaba. Luego al revés. Daba cuatro pasos atrás y mi ojo seguía tu mano a todas partes, para no perder nada de lo que pasaba en el camino, para atrapar hasta el menor detalle.
A veces las dos manos funcionaban a la vez. Qué difícil era seguir el recorrido de cada uno. No sabría decirte a cuál miraba más. A los trazos que hacía para ti o a los que tú hacías para mí.
“Espera, esto tráelo hasta aquí, y júntalo con esto” nos decíamos.
-Mira, esto parece una rana –me dijiste señalando una forma gris con el dedo índice manchado de pintura.
-Es verdad, que bonita rana, es especial. Pero le falta algo, ¿un color? no lo sé –te contesté.
Y sin pensarlo dos veces, le añadiste entre las piernas una sombra gris oscura.
Y yo inmediatamente tapé todo de azul.
Tapo esto, luego lo otro.
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Organizan: Museo de Arte e Historia de Durango | Ayuntamiento de Durango | Universidad del País Vasco UPV/EHU