03 de DICIEMBRE 2021 - 20 de FEBRERO 2022
BIOGRAFÍA
Mari Puri Herrero nació en Bilbao en 1942. Comenzó su andadura artística en el taller de Ascensio Martiarena en Donostia. Con 16 años se trasladó a Madrid para recibir clases de dibujo y pintura en el Círculo de Bellas Artes y en el Museo del Prado. Durante su estancia en Madrid comenzó a trabajar el linóleo y el aguafuerte.
En 1966 recibió una beca de la Diputación de Bizkaia y el Gobierno Holandés que la llevó a cursar sus estudios a Ámsterdam.
En el Rijsmuseum pudo conocer de primera mano el trabajo de grandes grabadores como Rembrandt que influirán en su obra.
Entre 1969 y 1971 se instala en París. Ahí conocerá la corriente figurativa que se verá reflejada en sus obras desde una perspectiva simbolista. A su regreso a Bilbao inicia una intensa actividad expositiva ya sea a nivel estatal como europeo. Esto la ha llevado a convertirse en una de las figuras más populares de la cultura artística vasca. En 1978 crea Marijaia, la figura emblemática de la Aste Nagusia de Bilbao.
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Ha trabajado e investigado en diferentes campos artísticos, destacando magistralmente en la pintura con una pincelada suelta de raíz impresionista y en el grabado, donde utiliza diferentes técnicas (aguafuerte, linóleo, xilografía...) en función de sus necesidades plásticas.
En su obra, Mari Puri Herrero refleja un mundo inquietante en el que se confunden lo real y lo fantástico. El dominio del dibujo y el color, el equilibrio compositivo y una desbordante imaginación le permiten crear una personal iconografía que, a modo de hilo conductor, ha reinterpretado a lo largo de su trayectoria. Seres imaginarios y arquetípicos pueblan los escenarios y paisajes ideados por la artista intentando ofrecer un universo de poesía y fabulación.
EXPOSICIÓN
Esta muestra nace por el interés y la necesidad de sacar a la luz el gran número de obras que atesora el Museo de Arte e Historia de Durango de Mari Puri Herrero. A parte del cuadro "El comedor" expuesto en la sala de arte contemporáneo vasco de manera permanente, en los almacenes del museo se han guardado durante más de 35 años numerosas obras de la artista, sobre todo grabados y algún dibujo.
Después de no haber visto la luz durante tanto tiempo, hemos querido darles la importancia que tienen y se ha realizado la exposición "Conversaciones con Mari Puri Herrero" para dar a conocer la colección del museo al público y además aprovechar este acto para poder restaurar las obras y enmarcarlas siguiendo un riguroso plan de conservación.
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En total se exponen, por primera vez, 27 grabados, 11 dibujos y 4 libros/álbumes. Un total de más de 40 obras pertenecientes a la colección del museo y además, gracias a la colaboración de la artista, 9 grabados que datan desde los años 90 hasta el año 2015.
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Las conversaciones mantenidas con la artista, nos ofrecen un resumen de la trayectoria artística y conocer de primera mano cómo realiza sus trabajos. Es una exposición que nos acerca, en primera persona, a la obra "escondida" de la artista bilbaína. Conversaciones que nos abren los ojos y el conocimiento. Os invitamos a leer la siguiente entrevista para no perder detalle de sus obras.
CONVERSACIONES
¿Cuándo y por qué empezaste a grabar?
Siempre me llamaban la atención las estampas, bien como ilustraciones de libros o sueltas. Me atraían. Cuando llegué a Madrid a estudiar empecé a enterarme a ver en qué taller podría meterme a conocer el oficio. Creo que empecé en 1961. Entonces había muy poco interés por el grabado.
¿Qué te ofrece el grabado que no te da otras técnicas?
Me fascina del grabado el ambiente de estampa. Veo en una imagen algo que está pasando aunque no sepa muy bien qué es. A veces, cuando voy por la calle, oigo una frase y ya me sugiere un ambiente, una historia aunque no sepa de qué se trata exactamente. Y es que el grabado tiene ese poder de evocación que, a lo largo de su historia, ha dado obras tan geniales como "La Melancolía" de Durero, las series de Goya, "Los Desastres de La Guerra", "Los Caprichos" etc. o "La Suite Vollard" de Picasso -por citar unas pocas-; difícilmente lograrían ese ambiente en pintura, por muy buenos pintores que fueran. Rembrandt, por ejemplo, pintó autorretratos magníficos, sin embargo, sus autorretratos al aguafuerte tienen el aspecto de un hombre en su vida más cotidiana, como dentro de algo que está sucediendo.
También me gusta del grabado, los materiales de trabajo, el cobre, el barniz con olor a lavanda y cera, la esencia de trementina. Al dibujar y grabar la plancha no ves el resultado final hasta que lo estampas, además sale la imagen en espejo. Entonces es cuando ves lo que realmente has hecho. Antes te lo vas imaginando. Es decir que trabajas bastante a ciegas y eso es muy emocionante.
¿Linóleo o aguafuerte? ¿Por qué?
El linóleo, es por donde empecé; la técnica es mucho más simple, más sobria y eso tiene su encanto, sobre todo para cierto tipo de imágenes.
Yo me he dedicado mucho más al aguafuerte, es mucho más complejo técnicamente y en general se ajusta más a lo que busco; por todos los tonos que se consiguen del blanco al negro, es más atmosférico. Yo soy pintora-grabadora y el aguafuerte está más cercano a la pintura.
¿Qué recuerdas de la exposición que se celebró en las salas de Ezkurdi en 1982?
Recuerdo que entonces había como un renacer, un interés grande por el arte y la cultura en general después de pasar años tan grises. Creo que fue una situación irrepetible. También resultaba muy agradable la cercanía que había con la gente pues, al conocerse todos, las opiniones y comentarios eran como una conversación general muy animada.
En tus grabados cuentas historias. ¿Alguna vez has pensado escribir una novela?
Bueno, no cuento historias realmente. Nadie que las haya visto, creo que podría relatar qué es lo que ha pasado en esa "historia". Tiene más que ver con sugerencias de imágenes y palabras. Me gusta mucho leer y por eso me doy cuenta de lo difícil que debe de ser escribir. No abarco tanto.
En tus imágenes se ve un mundo onírico. ¿Representas tus sueños? ¿O son escenas inventadas?
Son imágenes que van surgiendo. A veces vienen directamente de un sueño y a veces de la vida misma, que no me parecen muy distintas de los sueños.
Las caras y las cabezas tienen una presencia importante en tus obras. ¿Tienen algún motivo en particular?
Las cabezas son como el baúl de nuestros pensamientos, son inevitables. Aunque poco a poco se van fundiendo más en la naturaleza. Me parece un proceso natural.
"El comedor" y todas sus versiones son un tema recurrente en tu obra. ¿Por qué? ¿Qué es para ti sentarse a la mesa?
Sentada en una mesa, esa figura del cocinero, de pie, mirando, yendo de aquí para allá. Es una autoridad que sobrevuela. Me resulta una figura imponente, es algo auténtico en la vida real. En un comedor es más patente porque esperas a que te den de comer. Impresiona.
¿Qué es lo más difícil de grabar?
Lo más difícil que me resulta al grabar es cuando tienes en contra los elementos técnicos. Que la plancha no está bien pulida… que el barniz no está bien... o el ácido pasado... Eso no me deja concentrarme.
¿Qué querías transmitir con el libro "El hombre que quería morir..."?
Para mí, la obra de arte es algo abierto para quien la mira porque cada espectador tiene su propia experiencia y sensibilidad que difícilmente será la misma que la del artista. Por eso creo que el intentar transmitir… es una idea, un poco vana. Porque cada espectador tiene su mundo propio, su punto de vista.
La idea de la obra abierta para quien la mira, me hace sentir más libre en mi trabajo porque yo misma no conozco todas las claves de lo que voy haciendo.
¿Ha cambiado tu forma de trabajar? ¿Qué diferencia hay entre los grabados de los años 70 y los actuales?
Claro que la forma de trabajar, los temas, van cambiando según pasan los años. En mi caso creo que la naturaleza se ha ido haciendo más presente. Quizás en los años 70, en aquél ambiente tan denso entre las personas, las tenía más presentes aunque la naturaleza siempre estaba presente. En este país, al fondo de lo que pase, hay montes.
¿Con qué estás más cómoda, con un pincel o con un buril?
Cada técnica da una visión. El hecho de cambiar de técnica, por temporadas, me hace renovar mi visión sobre las cosas, me ayuda y creo que en mi grabado hay mucho de pintura y en mi pintura mucho de grabado. Como decía antes, yo soy pintora-grabadora.
¿Qué artistas te han inspirado? ¿Crees que tú has inspirado a otros artistas?
Soy muy aficionada al arte y me gusta mucho ver, las cosas más variadas. Seguro que me va quedando un poso de todo lo que veo.
En mis comienzos eran más evidentes las influencias, Goya, por ejemplo.
Al principio me tomaba estas cosas más al pie de la letra. Luego, poco a poco, va surgiendo con más claridad lo más personal y las influencias van siendo más sutiles. Y si he inspirado a otros, pues no sabría qué decir.
A parte de grabadora eres una gran pintora que utiliza varios colores y muy intensos. Si tuvieras que definirte con un color, ¿cuál sería?
Creo que todos los colores son bonitos siempre que estén bien acompañados. El azul es un color que siempre me atrae. Este año en la primavera-verano, el verde intenso, me ha sido obsesivo. Para los colores del otoño, no hay palabras...
¿Paisaje o retrato?
Todo mezclado.
Ilustraste las poesías de San Juan de la Cruz. ¿Te hubiese gustado ilustrar más libros?
Me encantó aquel trabajo. Después hice otro libro con un poema de Emily Dickinson, disfruté muchísimo. Me gusta mucho la poesía.
Son cosas puntuales, estupendas que he hecho. Pero no podría ilustrar cualquier libro.
¿Crees que si no hubieras ido a Ámsterdam, tu obra hubiera sido diferente?
Yo elegí ir a Holanda por la tradición que allí había de pintores-grabadores. Aquellos años en Ámsterdam fueron fundamentales para mí, aprendí y vi muchísimo. Más teniendo en cuenta el ambiente tan gris de donde partía.
Siempre se te ha considerado una pintora figurativa. ¿Tú cómo te consideras?
Bueno, eso es muy relativo. Mi generación viene después de la abstracción que mayoritariamente se hacía. Entonces, aceptas como normal los valores abstractos que hay en toda obra: color, textura, ritmo, materiales etc. Pero además quieres representar cosas y lo haces.
La mayoría de los hombres que representas llevan corbata. ¿Qué significado tiene?
Los hombres con corbata me llamaban la atención durante una larga época, ya no los hago tanto. No sé muy bien por qué lo hacía, me parecía una especie de distintivo y jugaba con el color... no sé.
¿Alguna técnica que no hayas probado y que quisieras aprender?
Ahora trabajo a gusto a mi manera pero nunca se sabe si vas a necesitar otras maneras.
1975. Aguafuerte y resina
20,8 x 24cm
Conversación entre la artista y la directora del museo en la inauguración de la exposición.