Mikel Lertxundi
MÁS ALLÁ DE LA FORMA
14 de FEBRERO - 30 de MARZO
Piedra. Agua. Hierro. Fuego. Madera. Aire. Estos elementos de la naturaleza son los ingredientes de esta exposición de Mikel
Lertxundi. Los que nos llevan más allá de la forma.
Es habitual encontrarse con una escultura de Lertxundi en plazas, jardines, etc. del País Vasco. De hecho, cuenta con numerosas esculturas al aire libre en nuestro país y en el extranjero. Suelen ser de gran tamaño, pero las obras que se han reunido para esta exposición del Museo de Arte e Historia nos llevan a una mirada humana, obras que son de tamaño menor y que podemos denominar como más íntimas. Aparte de las esculturas, encontramos óleos, aguada y carbón, tinta, fotografías y pinturas acrílicas. Piedras procedentes de la naturaleza mezcladas con madera y hierro, es decir, sin perder el carácter de Lertxundi.
Los colores y las formas de la naturaleza se confunden. Las obras recogidas son orgánicas, vivas, fisiológicas, repetitivas pero diferentes, sinuosas y rígidas. Es decir; la naturaleza, más allá de la forma.
Garazi Arrizabalaga Cabrerizo
Coordinadora del Museo de Arte e Historia de Durango
MIKEL LERTXUNDI
(BERRIATUA, 1951)
No sabe qué descubrió antes, si el Arte o la Naturaleza; es más, no sabe si fue él quien los eligió o fueron ellos los que le eligieron a él.
De niño jugaba con lo que la naturaleza ofrecía (maderas, piedras, arcilla,...), fabricaba sus propios juguetes y soñaba con ser pintor.
Con 11 años se preguntaba «pero ¿cómo vivir de la pintura?». Años más tarde en el lejano paraje desértico de Ceuta, estando cumpliendo el servicio militar decidió que sería artista, aunque tuviese que subsistir a base de bocadillo. Y desde entonces nada le ha desviado de ese propósito.
En 1980 consiguió la beca de Creación e Investigación de las Artes Plásticas concedida por la Caja de Ahorros Vizcaína, que fue un gran empujón en el inicio de su andadura artística. Dicha beca le proporcionó la oportunidad de viajar a París y de ver y de estudiar allí todo el arte que se estaba haciendo y exponiendo en Francia y en el mundo.
A los pocos años de andadura abrió su propio camino basado en la unión de los materiales piedra, madera y hierro. A partir de la década de los 80 también les agrega los elementos agua, aire y fuego en una de sus líneas de creación.
Durante cinco décadas de trayectoria artística ha expuesto sus obras en prestigiosas ferias internacionales de arte, por ejemplo, en ARCO (Madrid), en FIA (Caracas), en ART MIAMI (Miami), en NICAF (Tokio) y en KIAF (Seúl). Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en importantes galerías y salas nacionales y extranjeras, entre otros, en Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Pamplona, Zarauz, Bayona, Madrid, Zaragoza, Valencia, Valladolid, Logroño, Francia, Alemania, Holanda y Estados Unidos.
Con intención de sacar el arte a la calle y acercarlo a la gente ha realizado importantes y reconocidas exposiciones con esculturas monumentales: en el Monasterio de Zenarruza, en 2006, en el parque Arenatzarte de Güeñes en 2009 y en plazas y calles de Bilbao en 2019. Además, tiene numerosa obra pública instalada en parques y espacios del estado y del extranjero: en la mayoría de los pueblos de Lea Artibai, y en Bérriz, Elorrio, Bilbao, Zarauz, Cantabria, Biarritz, Getxo, Larrabetzu, Inglaterra, Italia, Estados Unidos... También en Durango, en el parque de Zuhartzola y en el jardín de Kurutziaga.
Ha realizado varias intervenciones artísticas en la naturaleza: en la cantera Txepetxabixe de Markina- Xemein, «Aisureta» en el paseo Lea ibilbidea, Aulesti y en el barrio Paresi de Urdaibai.
También ha realizado proyectos artísticos interdisciplinares: ESMUDAN, fusión de escultura, música y danza en Arenatzarte (2010), TOPARRI II escultura, violín y danza en Bilbao Art District (2016).
Ha publicado dos voluminosos libros que dan a conocer su obra y su pensamiento: «Lertxundi arte universal en euskera» en 1988, ganadora del Premio Euskadi a la Mejor Edición y «Lertxundi espacio tierra tiempo» en 2019.
REFLEXIONES
Mikel Lertxundi
Todo lo que nos rodea es forma y color. Con un un par de líneas rectas y una curva se podría resumir todo. Así de simple y así de grandioso. Tan poco se necesita para mostrar y sugerir mucho. He ahí la belleza de la naturaleza y la gracia del arte.
Describiría el mundo en tres circunferencias concéntricas: en el centro, de color más oscuro la del hierro, representando a todos los metales; sobre ella de color más clara, la de piedra que contiene los océanos y por último, la formada por la vegetación, esto es, la madera.
La fuerza unificadora del espacio y la interacción de espacio-elementos ha sido para mí fuente de inspiración y tema de investigación durante muchos años. La asociación de la piedra y el agua, la fusión del hierro y el fuego, y la sincronía de la madera y el aire no sólo me han sugerido connotaciones plásticas valiosas y profundas, sino que me han acompañado a las raíces de la vida. He aquí unas reflexiones.
Espacio-hombre-tiempo
Estamos aquí, luego somos. Se nos ha dado un espacio donde refugiarnos y un tiempo para recorrer el camino. En el espacio cada elemento –incluidos nosotros– tiene su escenario (espacio), su vida (tiempo) y función (papel) para vivir.
Materiales-elementos
He observado el escenario que es la naturaleza. El escenario que la piedra, la madera y el hierro, en una palabra la tierra proporcionan al agua, al aire y al fuego. El aire envuelve la superficie terrestre. El agua y el fuego ocupan el espacio interior y superficial de la tierra. Son tan poderosos que pueden hacer y deshacer el mundo. Son tan fundamentales que en interacción con los materiales sustentan la vida de la Tierra y de los terrestres. Están en nuestra vida cotidiana, invisibles de tan visibles que son. Siempre estrechamente ligados a nuestras sensaciones y vivencias. Son los que quiero despertar con mis obras. Alertar los sentidos, generando emociones.
Piedra-agua-tiempo
Con mediación del tiempo y del agua la piedra puede convertirse en tierra o la tierra en piedra. Es donde habitará el agua. El agua talla las marcas de su fuerza y de su estancia en las rocas, a veces con humildad, otras veces con bravura. Hasta que en algún momento todo se seca y se evapora, hasta el tiempo mismo.
Piedra-hombre
Siempre que se necesita una base firme, sólida ahí está la piedra. El hombre ha tenido la piedra como primera herramienta y primer refugio; hace el camino tirando de su piedra hasta que se une con la tierra bajo la última piedra.
Aire-madera
El bosque huele a vida y su color es de la esperanza. El refugio de los árboles, el apoyo de los troncos, el calor de la madera, el contraste de luces y sombras, el latido de la tierra, el temblor de las hojas... todo es imagen de vida. Vida que se da en suave y silencioso movimiento, aliento que da la madera al aire y él a la madera.
Aire-madera-hombre-Naturaleza
El aire es respiración y respiro y la madera cálida protección en el regazo de la Naturaleza.
Tierra-fuego-hierro
El hierro vive en el núcleo de la esfera que es la Tierra, fundido en el fuego. Alguna vez despierta vomitando feroz. Vive incrustado en las montañas rocosas, rojo y firme. Nadie más que el fuego consigue doblegarlo a los deseos del hombre.
Hierro-hombre
Desde su valioso descubrimiento el hierro ha hecho un largo camino junto al hombre que va desde la materialización de todo tipo de construcción, hasta la sustitución de manos e incluso al desarrollo de cuerpos. Los humanos hemos construido un mundo con el hierro, un mundo con corazón de metal.
Fuego
Si el agua es el origen de la vida, el fuego, en su lugar y medida, es la sostenibilidad. Sin el fuego la vida sería fría y ajena.
Hierro-fuego-hombre
Conviven, se encienden mutuamente y juntos crean una nueva vida, un nuevo material para dar forma a la tradición o a la innovación en un mundo reorganizado por el hombre.
Fuego-movimiento-vida
El movimiento sugiere vida y la vida movimiento. El fuego baila elevándose en círculos. Así combate también.
Agua-movimiento-vida
El agua corre y salta por azules venas tierra abajo, creando y alimentando vida al pasar. O destruyendo.
Aire-movimiento-vida
El aire se mueve de lado a lado en horizontal. El aire ata nuestros débiles cuerpos a la cuerda de la vida. Hoy con pausa, mañana con ahogo.
Elementos-(cons) (des)trucción
Cuando la naturaleza enfurece los elementos creadores del espacio se vuelven crueles destructores que llevan todo por delante, dejando atrás terror y llanto. Lo bello y lo aterrador se balancean en los extremos de un frágil hilo de araña que cuelga entre dos árboles en el bosque.
Material-inmaterial-arte
La materia no desaparece. La materia se transforma. El arte tiene tanto de inmaterial como de material. Como decía George Santayana: «En la medida en que la cosa más material se sienta como belleza, de repente se inmaterializa, se eleva por encima de las relaciones personales externas, se concentra y penetra en su propio ser, en una palabra se sublima hasta convertirse en esencia». A través del arte podemos adentrarnos hasta la esencia de la materia. En mi travesía como escultor hubo un momento en que lo inmaterial se impuso a lo material, fue cuando descubrí el agua, el aire y el fuego. Entonces creció en mi el deseo de entrar en el material. La simplicidad de la forma me abrió la puerta; busqué silencio en los intervalos y huecos de la materia y pude penetrar. En busca de la guardada esencia.
Espacio-tiempo
El aire ha abandonado las hojas, el fuego restos de carbón y el agua piedras rodadas, y han desaparecido. Los ha agotado el hombre, los ha solicitado el tiempo, los ha tragado la tierra, los ha reclamado el espacio. El arte puede hacer visible lo que no se puede ver. Tarde o temprano todo irá por el camino que ha venido, o por uno peor, y lo que parecía invisible se volverá más visible que nunca. Visible y espectacular sí, pero, ya, inaccesible.
Espacio
Busco la infinitud en los espacios abiertos, en lugares abiertos a todos los lados y donde no se pueda ver el final con los ojos del ser humano. Para poner freno a un final evidente o para tratar de unir un nuevo hilo de comienzo al extremo del final.
LA VOZ DE LA NATURALEZA
Mikel Onandia
La naturaleza ha sido, a lo largo de la historia, fuente de inspiración y objeto de investigación para el arte. Tras varios siglos en los que el entorno circundante se presentó ante los seres humanos desconocido y hostil, en el Renacimiento se recupera la curiosidad y el afán por conocer el verdadero fundamento de la naturaleza ya iniciado por los griegos un milenio atrás. Este intento de conocimiento racional del medio aparece acompañado de una conciencia estética: desde la ascensión de Petrarca al Mont Ventoux el 26 de abril de 1336 –primera manifestación de sentimiento estético frente a un paisaje–, el arte irá incluyendo paulatinamente a la naturaleza, en un primer momento a modo de escenario para la acción de personajes, para adquirir paulatinamente cada vez más protagonismo, hasta erigirse, ya claramente a partir del siglo XVII, en un género en sí mismo.
Desde entonces y hasta la actualidad, las relaciones de los artistas con el medio natural han sido complejas y fecundas, desde la naturaleza dominada de jardines barrocos con parterres geometrizados hasta la naturaleza grandiosa, salvaje y sublime de los paisajes románticos. En el arte contemporáneo la naturaleza no ha dejado de tener interés para los artistas, que la han abordado desde postulados surrealistas, la han intervenido, y, en los últimos tiempos, se han acercado a la misma desde una perspectiva ecologista. Cabe entender el trabajo de Mikel Lertxundi en el marco de esta larga tradición, pues desde sus inicios hace cinco décadas, la naturaleza ha sido para él inspiración, objeto de estudio, escenario y espacio de intervención, cuya esencia intenta aprehender a partir de tres variantes, a saber, la tierra, el espacio y el tiempo.
La base del trabajo y pensamiento de Lertxundi es el acercamiento poético de la armonía que subyace en el seno de la naturaleza, que se materializa en la incesante investigación en torno al equilibrio, en todas sus diferencias –corpóreo, formal y compositivo– entre tres materiales esenciales: la piedra, el hierro y la madera. Se trata de tres componentes fuertemente arraigados en la tradición cultural vasca que conforman una visión personal de la naturaleza al asignar a cada uno de ellos sus elementos más próximos: la piedra deja espacio al agua, el hierro acoge el fuego y la madera ofrece abrigo al viento.
La presente muestra en el Museo de Arte e Historia de Durango reúne una pequeña parte de su trabajo llevado a cabo desde mediados de la década de 1990 hasta hoy, una exposición en la que aborda de manera específica sus ejercicios en torno a los vínculos entre el espacio y la materia, aspecto que le ha preocupado desde siempre. Lertxundi es un caminante de la naturaleza. Durante sus paseos por montañas pedregosas, paisajes boscosos e inmensos desiertos, interpreta los rastros que encuentra en los materiales, en el ambiente y en los paisajes con objeto de escuchar la voz del entorno. En ese sentido deben ser interpretados, a modo de recipientes de los distintos elementos citados como de esa memoria de poesía profunda, los distintos receptáculos, que se formalizan tanto en esculturas como en su transposición en el soporte pictórico bidimensional, un fascinante ejercicio de llevar sus construcciones a otra escala y magnitud.
La obra silenciosa y minimalista de Lertxundi se vale de la geometría, fundamentalmente estructuras básicas y modulares, para indagar en las relaciones que surgen entre los distintos materiales en forma de leves variaciones y múltiples combinaciones, posibilitando espacios plásticos particulares como vía para acceder a su esencia. En la presente exposición el artista crea, en el diálogo entre las diferentes piezas, una red de abstracciones cuya única manera de descifrarlas es la intuición. Esculturas, vídeos, dibujos, pinturas, vídeos y fotografías crean una suerte de gran instalación en la que, en conjunto y en interrelación, crean algo que solamente el arte puede contar, para propiciar una atmósfera que no existía con anterioridad, con el espacio como moderador, creando emociones e intuiciones en el espectador, el único que puede completar la obra en su totalidad.